Lectura: Romanos 2:12-16
"Por esto, yo también me esfuerzo por conservar siempre una conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres." Hechos 24:16.
La muy amada historia infantil de Pinocho trata de un muñeco de madera cuya nariz crece cuando dice una mentira. Su amigo el grillo Jiminy dice chirriando: "Deja que tu conciencia sea tu guía." Pinocho sigue su consejo, se arrepiente y vuelve a Geppetto, su creador. Geppetto le da un corazón de carne y lo libera de sus cuerdas.
En esta historia hay un principio para los hijos de Dios. Si no escuchamos esa voz interior que nos dice lo que debemos y no debemos hacer, vivimos en esclavitud. Pero una conciencia limpia trae libertad.
Algunas personas no tienen una base sólida para tomar decisiones piadosas. Su conciencia es débil, y pueden ser llevados fácilmente por la conducta de los demás. Luego tenemos a aquellos cuya conciencia está contaminada. La norma por la cual miden el bien y el mal es corrupta, sucia e impura (Tito 1:15). Pero los más tristes de todos son los que tienen una conciencia "cauterizada" (1 Timoteo 4:2). Son los que han resistido esa voz interior por tanto tiempo que ya no escuchan lo que tiene que decir.
Y tú preguntas: "¿Cómo podemos tener una conciencia limpia?" Debemos arrepentirnos de nuestro pecado y volver a nuestro Creador. Debemos pedirle que conforme nuestros deseos y conducta a su Palabra, y luego tener cuidado de obedecerla.La conciencia es una brujula digna de confianza cuando la Palabra de Dios es tu verdadero norte.
Nuestro Pan diario
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