¿Crees esto? Le dijo (Marta):
Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Juan 11:26-27.
Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Juan 11:26-27.
En su libro «Cómo llegué a ser cristiano» el profesor noruego Ole Hallesby cuenta cómo Dios lo llevó a convertirse cuando era estudiante de Teología. Su viejo profesor le había pedido que fuera a verlo para aconsejarle en sus estudios. Acerca de este encuentro él escribe:
«El anciano, que conocía mis opiniones teológicas, sabía bien que yo no haría mucho caso a sus consejos. Me había hecho la propuesta de visitarlo con otro motivo. Después de media hora él había terminado de aconsejarme. Entonces, con una dulce expresión en sus ojos, me miró directamente a la cara. Después de una corta pausa me preguntó: –¿No quiere, por fin, ser cristiano?
Nunca olvidaré, a pesar del paso de los años, ese momento y esas palabras. Como un relámpago me vino a la mente: ¡Sí, eres un pagano! Y esto me impresionó tanto que medio año después me eché de rodillas ante mi Salvador».
Al final de su relato, Hallesby se dirige a todos los que, como él en un pasado, tienen muchas objeciones para convertirse: «Hoy quiero volver a repetir esta pregunta y decir a cada uno de ustedes: –¿No quiere, por fin, ser cristiano? Cuando pienso en la indecible riqueza que ha colmado mi vida desde entonces, tengo el ardiente deseo de que cada uno de ustedes llegue a ser cristiano… no sólo de nombre, sino de corazón».
¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? (Hebreos 2:3).
Fuente: La Buena Semilla
«El anciano, que conocía mis opiniones teológicas, sabía bien que yo no haría mucho caso a sus consejos. Me había hecho la propuesta de visitarlo con otro motivo. Después de media hora él había terminado de aconsejarme. Entonces, con una dulce expresión en sus ojos, me miró directamente a la cara. Después de una corta pausa me preguntó: –¿No quiere, por fin, ser cristiano?
Nunca olvidaré, a pesar del paso de los años, ese momento y esas palabras. Como un relámpago me vino a la mente: ¡Sí, eres un pagano! Y esto me impresionó tanto que medio año después me eché de rodillas ante mi Salvador».
Al final de su relato, Hallesby se dirige a todos los que, como él en un pasado, tienen muchas objeciones para convertirse: «Hoy quiero volver a repetir esta pregunta y decir a cada uno de ustedes: –¿No quiere, por fin, ser cristiano? Cuando pienso en la indecible riqueza que ha colmado mi vida desde entonces, tengo el ardiente deseo de que cada uno de ustedes llegue a ser cristiano… no sólo de nombre, sino de corazón».
¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? (Hebreos 2:3).
Fuente: La Buena Semilla
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