Decir una media mentira equivale a pecar. Abraham como forastero en Gerar presentó al rey Abimelec como hermana a Sara, siendo su esposa. Era en realidad media hermana, y por lo tanto, dijo una media mentira, que se convirtió en una mentira.
"Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, siervos y siervas, se los dio a Abraham y le devolvió a Sara, su mujer…Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec, a su mujer y a sus siervas, las cuales tuvieron hijos" (Génesis 20:14, 17)
Abimelec la tomó como una de sus esposas, con quien no tiene relaciones sexuales, porque Dios le advierte en sueños que era ajena. Abimelec fue íntegro e inocente, sin embargo, sufrió una enfermedad junto a sus seres amados.
Al enterarse de esto, Abimelec reprende a Abraham, le devuelve la esposa y una serie de obsequios. Abraham, ora por él y su familia y todos son sanados por el Señor.
Se dice que para mentir hay que tener buena memoria, el problema es que todo se sabe, y una media o una mentira completa es un pecado que trae consecuencias nocivas. Cuando se miente, con una doble contabilidad, para evadir los impuestos; el país acarrea males sociales.
No hay mentiras blancas, son de negro color; las grandes o pequeñas mentiras pronto serán descubiertas a la luz de la verdad. Si usted desea que su hijo no mienta, diga la verdad. Todos en algún momento, racionalizamos la mentira; pero la experiencia nos dice, que es mejor decir la verdad con prudencia, si es necesaria.
Que no le pase lo de Abraham, que casi pierde a su esposa, por mentir. Decir la verdad sin medias mentiras, es clave para esta época llena de corrupción, deficiencias en cuantos a valores y Ética cristiana.
Mi Tiempo con Dios
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