martes, 8 de abril de 2008

¿Qué es el fruto del Espíritu?

Gálatas 5:22-23 nos dice, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;...” El fruto del Espíritu Santo es el resultado de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano. La Biblia dice claramente que cada uno recibe al Espíritu Santo en el momento en que cree en Jesucristo (Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:13-14) Uno de los principales propósitos del Espíritu Santo al entrar en la vida de un cristiano, es el de cambiar esa vida. Es el trabajo del Espíritu Santo conformarnos a la imagen de Cristo, haciéndonos más parecidos a Él.

El fruto del Espíritu Santo está en directo contraste con los hechos de la naturaleza pecaminosa en Gálatas 5:19-21, “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21 describe cómo es la gente, en mayor o menor grado, cuando no conocen a Cristo, y por lo tanto no están bajo la influencia del Espíritu Santo. Nuestra carne de pecado produce este tipo de fruto (Gálatas 5:19-21), y el Espíritu Santo produce el otro tipo de fruto (Gálatas 5:22-23).

La vida cristiana es una batalla entre los acciones de la naturaleza de pecado, y el fruto del Espíritu Santo. Como seres humanos caídos, aún estamos atrapados en un cuerpo que desea las cosas pecaminosas (Romanos 7:14-25). Como cristianos, tenemos al Espíritu Santo produciendo Su fruto en nosotros, y contamos con Su poder para que conquistemos los actos de la naturaleza de pecado (2 Corintios 5:17; Filipenses 4:13). Un cristiano nunca será completamente victorioso en demostrar siempre el fruto del Espíritu Santo. Sin embargo es uno de los principales propósitos de la vida cristiana, al permitir que progresivamente el Espíritu Santo produzca más y más de Su fruto en nuestras vidas y conquiste nuestros opuestos deseos pecaminosos. Dios desea que nuestras vidas muestren el fruto del Espíritu... y con la ayuda del Espíritu Santo, ¡esto es posible!

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