martes, 1 de abril de 2008

Jesus, el Cordero de Dios

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo:
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Mirando a Jesús que andaba por allí, dijo:
He aquí el Cordero de Dios.

Juan 1:29, 36.


Jesús, el Cordero de Dios

Al designar a Jesús como el “Cordero”, Juan el Bautista presentó al Hijo de Dios como la víctima ofrecida en sacrificio. Dios previó y preparó ese sacrificio dando “a su Hijo unigénito”, quien es el “cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo” (1 Pedro 1:19).

¿Quién introdujo el pecado en el mundo? Satanás, ángel rebelde, quien bajo la forma de serpiente incitó a Adán y Eva a desobedecer al Creador. ¡Cuán grave debió ser a los ojos de Dios la rebelión del hombre para que enviara a su propio Hijo y lo sacrificara a fin de purificar a su creación de la mancha de esa rebelión!

Jesús, el Hijo de Dios, quien fue hecho el Hijo del Hombre, hirió a la serpiente “en la cabeza” (Génesis 3:15), es decir, venció a Satanás por medio de su obediencia que le condujo hasta la cruz. Más tarde, cuando la historia del hombre llegue a su fin, lo echará en el “fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41).

En la segunda declaración Juan el Bautista se refiere también al sacrificio del Señor Jesús, quien se ofreció en rescate por los pecados de los creyentes. Los redimidos le celebrarán eternamente como el Cordero de Dios, título de gloria que evoca la cruz y el amor que el Salvador manifestó en ella. En la grandiosa escena de Apocalipsis 5 ellos contemplan al Cordero de Dios bajo la forma de un cordero “como inmolado”.

Fuente: La Buena Semilla

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