jueves, 3 de abril de 2008

La máscara de Rocky

No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia;
antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas
a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Hebreos 4:13.

La máscara de Rocky

Rocky se había tatuado el rostro y luego todo el cuerpo. De esa manera había querido cambiar de personalidad y espantar a todo el mundo. Pero detrás de su máscara de camorrero, en realidad había un hombre solitario y desesperado. Pese a deambular de ciudad en ciudad, de grupo en grupo, nunca había hallado verdadera amistad; la gente se interesaba en él sólo por un instante, a causa de sus tatuajes.

Ya entrado en años, encontró a Jesucristo. Halló en él a su Salvador y fue completamente transformado. Aunque conservaba su piel tatuada, interiormente era una persona cambiada. Hablaba a todos de Aquel que lo buscó y lo halló; Aquel que lo liberó de su miedo y de su soledad, lo desenmascaró, lo desarmó y respondió a su inmensa necesidad de un Salvador.

Rocky dijo: «A menudo nuestra vida hace que las máscaras nos parezcan necesarias. Pero Dios mira a través de esas máscaras. No necesitamos ponernos una para hablarle».

Máscaras de la risa, de la honradez, del cinismo, de la religión… ¡Mil rostros, mil apariencias! Quizá para protegerse o para hacerse valer, usted da a los demás una imagen de sí que no corresponde a la realidad: tal vez la de la chica despierta y alegre, sin embargo, triste; o la del muchacho seguro de sí mismo, pero interiormente lleno de temores… Quítese la máscara. Dios lo conoce y lo ama tal como es; dio a su Hijo para gente como usted y yo. Jesús murió en la cruz para perdonarnos y darnos una nueva vida.

Fuente: La Buena Semilla

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