(Jesucristo)
puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos.
Hebreos 7:25.
El Padre ama al Hijo,
y le muestra todas las cosas que él hace;
y mayores obras que estas le mostrará,
de modo que vosotros os maravilléis.
Juan 5:20.
No ocurre así con Jesucristo. Su sepulcro pronto se convirtió en una tumba vacía, en un testigo mudo pero elocuente de su resurrección. Los suyos le vieron resucitado y ahora el Espíritu Santo da testimonio de ello en el corazón de todos los creyentes.
Jesús resucitó. Esto nos demuestra que Dios aprobó y valoró plenamente su sacrificio en la cruz, donde cargó con nuestros pecados. Esto nos llena de gozo: nuestro Salvador expió todos nuestros pecados y Dios los considera definitivamente borrados, nos ve como sus hijos. Jesús está vivo, prueba de que la muerte fue vencida. Él fue alzado al cielo, prueba de que un hombre alcanzó la gloria eterna. Desde ahora gozamos de una bienaventurada esperanza, porque al estar unidos a Él por la fe, pronto nos encontraremos con Él en la gloria.
Fuente: La Buena Semilla
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