Reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte.
Colosenses 1:21-22
El apóstol Pablo subraya todo lo que Dios efectuó para que la reconciliación fuera posible: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21). Tal es el mensaje de la reconciliación; la fe acepta que Cristo no sólo llevó nuestros pecados, sino que fue hecho pecado por nosotros, a fin de que Dios fuera justo, a causa de la obra de Cristo, al justificar y reconciliar al pecador arrepentido.
La enemistad del hombre contra Dios es congénita; existe también entre hombres, entre hermanos, entre esposo y esposa, entre una raza y otra, entre ricos y pobres, y en muchas otras esferas.
Con un espíritu de gracia y humildad, la reconciliación puede tener lugar entre hermanos, en el matrimonio y en las relaciones sociales. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto (Colosenses 3:12-14).
Bienaventurados los pacificadores (Mateo 5:9). Comunicar la paz de Dios y propiciar la reconciliación entre las personas de nuestro entorno también es responsabilidad de los que han sido reconciliados por la obra de Cristo.
Fuente: La Buena Semilla
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