viernes, 25 de julio de 2008

En clase

La palabra de Dios es viva y eficaz,
y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu…
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hebreos 4:12.

–¿Por qué está este Nuevo Testamento a la vista sobre el pupitre de una alumna?– se preguntó la docente incrédula, quien rápidamente se dispuso a confiscar el insólito objeto. Lo abrió al azar, según ella, y cayó sobre un pasaje del evangelio de Mateo (11:25), el cual empezó a leer en voz alta con tono irónico: En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Con el rostro severo, cerró bruscamente el libro y lo dejó donde estaba. Ana, una alumna creyente constató cómo Dios es poderoso para cerrar la boca de los burlones.

Dios lee el corazón de cada ser humano y discierne todos sus pensamientos, aun los más secretos. Así puede poner ante nosotros una porción de su Palabra apropiada a nuestro estado espiritual y a nuestras circunstancias, sea con el propósito de invitarnos a aceptarlo como nuestro Salvador personal o para enseñarnos en el camino de la vida, cuando ya somos creyentes.

Podemos estar convencidos de que cuando leemos la Biblia es como si Dios se dirigiera directamente a nosotros para hablarnos. Estemos atentos a su voz y no olvidemos el poder de su Palabra, porque ella “no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”, ha dicho Dios (Isaías 55:11).

Fuente: La Buena Semilla

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