Lucas 18:1-7 dice, “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo. Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo; hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardaré en responderles?”
Lucas 11:5-13 declara, “Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a la medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo; Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Ambos pasajes nos animan a orar – ¡y a seguir orando! No hay nada malo con pedir repetidamente la misma cosa. En tanto esté dentro de la voluntad de Dios (1 Juan 5:14-15), sigue pidiendo hasta que Dios te conceda tu petición o quite el deseo de tu corazón. Algunas veces Dios nos fuerza a esperar la respuesta a nuestras oraciones para enseñarnos paciencia y perseverancia. Algunas veces pedimos por algo que aún no está en el tiempo que Dios ha determinado para nuestras vidas. Otras veces le pedimos algo que no está de acuerdo a Su voluntad para nosotros, y Él nos dice no. La oración no es solo el presentar nuestras peticiones a Dios, también es Dios presentando Su voluntad a nuestros corazones. Sigue pidiendo, sigue tocando, sigue buscando – hasta que Dios te conceda tus peticiones, o te convenza de que tu petición no es Su voluntad para ti.
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