miércoles, 16 de julio de 2008

La nueva vida: La justificación (1 de2)

Se ha manifestado la justicia de Dios…
por medio de la fe en Jesucristo,
para todos los que creen en él.
Romanos 3:21-22.


Cuando un culpable es perdonado, no tiene que sufrir ningún castigo; si se trata de un perdón humano, se pasa por alto la falta y nadie tiene que responder por ella. Si el perdón es divino, la falta es expiada, pues Cristo soportó el castigo que ella merecía (Isaías 53:5).

En cierto sentido, el perdón es el lado negativo: el pecado es olvidado y no hay castigo para el culpable. Pero ser justificado es el lado positivo: el acusado es declarado justo y no carga con la culpa. ¿Cómo es posible esto? Dios puso a Cristo como “propiciatorio”. La propiciación no apacigua a un dios vengador, sino que permite a Dios ser justo al justificar al pecador: “Al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).

En una noche estrellada, Abraham, por invitación divina, salió de su tienda, y Dios le dijo: “Cuenta las estrellas, si las puedes contar… Así será tu descendencia” (Génesis 15:5-6). Abraham no tenía hijos y humanamente hablando tampoco había ninguna esperanza de tenerlos. Pero por haber creído a Dios, “su fe le fue contada por justicia” (Romanos 4:19-22). La fe acepta que Dios es justo al justificar al culpable. Ella no sólo le fue contada a Abraham, “sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (v. 23-25).

Fuente: La Buena Semilla

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