jueves, 31 de julio de 2008

El camino hacia la transformación financiera

El valor del diezmo en el reino. “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará” (2 Corintios 9:6).

Una de las palabras que el enemigo ha corrompido mucho, es “diezmo”. Ha dirigido su mayor poder de corrupción hacia esta palabra, que representa una verdad que él sabe que nos liberará de su yugo de atadura.

Diezmo es el término bíblico para identificar la ofrenda al Señor de los primeros frutos de nuestra labor. Específicamente se indicó que sería un diez por ciento. Fue una práctica de los patriarcas antes de que Dios diera la Ley Mosaica. Abraham le dio a Melquisedec la décima parte de lo ganado en su batalla contra los reyes, y Jacob también prometió dar al Señor la décima parte de todo lo que el Señor le diera (vea Génesis 14:20; 28:22). Y como nosotros en el Nuevo Testamento somos llamados sacerdocio de Melquisedec, el diezmo es especialmente importante bajo la Nueva Alianza. Uno podía hacer ofrendas al Señor, pero este era un requisito.

Como la mayoría de los cristianos, he oído muchas enseñanzas acerca del diezmo, tanto a favor como en contra. Hay buenos argumentos a favor y en contra en cuanto a que forme parte de las disciplinas de la Nueva Alianza. No nos equivoquemos, esta es una verdad crucial para nuestros tiempos. Dios sigue honrándola como lo prometió a Malaquías: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta qu sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” (3:10-12).

El diezmo no es necesariamente intentar vivir bajo la ley, y no es un legalismo, aunque puede serlo. Hay personas que oran de forma legalista, ¿pero significa esto que tenemos que dejar de orar? Conozco personas que dan testimonio, que leen su Biblia y que adoran bajo la compulsión de un espíritu religioso, ¿pero significa esto que debiéramos dejar de hacer esas cosas? Por supuesto que no. Podemos examinarnos a nosotros mismos para estar seguros de que lo hacemos con el espíritu adecuado; sin embargo, debemos continuar cumpliendo con las disciplinas fundamentales de la fe. Entregar los primeros frutos al Señor es una de estas disciplinas.

Dar los primeros frutos de nuestro ingreso al Señor en el espíritu correcto, es un acto de fe. El Señor requiere fe antes de derramar su poder sobre nosotros, y entregarle a Él nuestros primeros frutos es un acto de fe mediante el cual declaramos que confiamos en Él como fuente de nuestra provisión.

La palabra de nuestro testimonio es uno de los factores mediante los que vencemos al mundo (ver Apocalipsis 12:11). Doy testimonio de que solamente he sufrido económicamente desde que me convertí al cristianismo, cuando dejé de dar el diezmo. Por lo general sucedía por un olvido, ya que siempre creí en el diezmo. Cada vez que sufrí problemas económicos y revisé mis registros, descubrí que mis problemas comenzaron cuando me descuidé en este único aspecto. Al arrepentirme de mi olvido y comenzar a dar los primeros frutos de mi ingreso al Señor nuevamente, las ventanas del cielo volvieron a abrirse rápidamente, tal como lo ha prometido.

A lo largo de los años he oído incontables testimonios de dramáticas transformaciones en la situación económica de personas que se comprometieron a dar el diezmo. Esto no significa que si das el diezmo esta semana todos tus problemas se acabarán a la semana siguiente. Sin embargo, la mayoría de las personas inmediatamente ven que el Señor comienza a intervenir para revertir las cosas en su favor.

Las buenas intenciones no son obediencia
He observado algunas personas hundirse económicamente, aunque creían en el diezmo. Así como yo también me equivoqué tontamente, decían que apartarían el diezmo hasta que el Señor dijera dónde debían entregarlo. Esto puede sonar noble, pero si el dinero sigue en nuestra cuenta bancaria es que no lo hemos dado. El Señor nos ha dicho en su Palabra dónde hemos de ponerlo: en su cuenta, la Iglesia. Y aunque no estés de acuerdo con el modo en que los líderes de tu iglesia gasten el dinero, si formas parte de un cuerpo local, entonces allí es donde debiera ir tu diezmo.

He oído a otros decir que no dan el diezmo porque todo lo que tienen le pertenece al Señor. Esta es otra ilusión trágica. Si todo lo que tenían verdaderamente era del Señor, por cierto deberían obedecer su mandamiento al dar los primeros frutos. Dios no necesita nuestro dinero. El mundo entero es suyo. Esto es para nosotros, y no para Él. Nuestras excusas no hacen más que causarnos daño.

Como la Iglesia es la cuenta, el almacén, el depósito de Dios, ¿significa esto que nuestras congregaciones deben dar el diezmo? Sí. Primero, es un privilegio y no un castigo. El Señor quiere que todo su pueblo sea vasija a través de la cual pueda fluir su provisión para satisfacer las necesidades que Él quiere cubrir. Si no damos, estamos cortando este flujo.

Si quieres una demostración de que Dios honra el principio del diezmo con las iglesias y los ministerios así como con las personas, fíjate en las que siempre tienen dificultades y en las que siempre parecen tener abundancia.

¿Tienes mucha bendición? Si no es así, entonces trae “todo el diezmo” a la cuenta de Dios. Esto implica dar el diezmo antes que los impuestos. Si realmente creemos en La Palabra de Dios, ¿por qué no querríamos traer el diezmo entero y aún mucho más? Él promete una bendición tan grande que de todos modos no podríamos contenerla.

Tomado del libro: Como quebrar el poder del mal
Autor:
Rick Joyner
Editorial Peniel

No hay comentarios: