El justo por su fe vivirá.
Habacuc 2:4
Imaginémonos un tribunal en el que el acusado debe dar cuenta de las acusaciones contenidas en un voluminoso expediente. Pero el juez, Dios mismo, lo declara justo porque el culpable se ampara en la obra de Cristo; él sale del tribunal no solamente perdonado, sino también declarado justo, justificado. No se le puede formular cargo alguno.
¿Por qué Santiago 2:17 dice: “la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”? Santiago considera el tema de la justificación desde el punto de vista del hombre: “Pero alguno dirá:… Muéstrame tu fe sin tus obras”. De hecho, “yo te mostraré mi fe por mis obras” (2:18). Ante los hombres, la fe de una persona nacida de nuevo se demuestra por sus obras (Efesios 2:10), es decir, por los frutos del Espíritu que ella manifiesta (Gálatas 5:22). Ante Dios, quien lee el corazón, la fe es contada por justicia y Dios es justo al declarar justo “al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:26).
Concluimos con el texto de Habacuc, tres veces repetido en el Nuevo Testamento: “El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38).
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