La palabra de Dios…
la recibisteis no como palabra de hombres,
sino según es en verdad,
la palabra de Dios,
la cual actúa en vosotros.
1 Tesalonicenses 2:13
La palabra de Dios es viva y eficaz,
y más cortante que toda espada de dos filos…
y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hebreos 4:12.
la recibisteis no como palabra de hombres,
sino según es en verdad,
la palabra de Dios,
la cual actúa en vosotros.
1 Tesalonicenses 2:13
La palabra de Dios es viva y eficaz,
y más cortante que toda espada de dos filos…
y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hebreos 4:12.
El escritor francés Claudel, quien falleció en 1955, escribió: «¡Por cierto, es algo formidable que Dios haya hablado inteligiblemente a los hombres y que esa palabra haya sido consignada para todos los tiempos en un documento escrito! No es suficiente recorrer esta palabra con los ojos y los labios, es necesario apegarse a ella, permanecer en ella, impregnarse de ella como lo hacían los antiguos padres; no con un espíritu de vana curiosidad sino con devoción; es necesario habitar en ella, almacenarla en nosotros. Debemos dormirnos y despertarnos con ella…»
Esta declaración se parece a la del profeta Jeremías, quien exclamó, dirigiéndose a su Dios: Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón (Jeremías 15:16).
¡Gracias a Dios, su Palabra (las Sagradas Escrituras) está a nuestro alcance! Es muy fácil conseguirla. Pero no basta con tenerla en casa, pues es necesario leerla y recibirla en el corazón a través de la fe. Hagamos como los habitantes de Berea, quienes en el primer siglo de nuestra era recibieron la palabra con toda solicitud (Hechos 17:11). Tampoco vacilemos en aplicárnosla: Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero (1 Timoteo 1:15).
Fuente: La Buena Semilla
Esta declaración se parece a la del profeta Jeremías, quien exclamó, dirigiéndose a su Dios: Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón (Jeremías 15:16).
¡Gracias a Dios, su Palabra (las Sagradas Escrituras) está a nuestro alcance! Es muy fácil conseguirla. Pero no basta con tenerla en casa, pues es necesario leerla y recibirla en el corazón a través de la fe. Hagamos como los habitantes de Berea, quienes en el primer siglo de nuestra era recibieron la palabra con toda solicitud (Hechos 17:11). Tampoco vacilemos en aplicárnosla: Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero (1 Timoteo 1:15).
Fuente: La Buena Semilla
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