“También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”
( Números 13:33)
¡Gigantes, gigantes, gigantes! por todos lados vemos gigantes, no vamos a negar su existencia porque prácticamente, desde que nacemos los estamos viendo:
-Gigante el reto para aprender a caminar
-Gigante el reto para asistir a la escuela
-Gigante el reto para manejar la bicicleta
Pasan los años, y los gigantes van siendo otros:
-Gigante formar un hogar
-Gigante sostener ese hogar
-Gigante las enfermedades
-Gigante de los vicios
-Gigante el problema de los hijos que se rebelan
-Gigante las dificultades financieras
Si tú observas esos gigantes, llegan a la vida de todas las personas, dentro del mundo de los vivientes, pero de una u otra forma, venciendo o siendo vencidos, la rueda de la vida continúa.
Ahora analicemos lo que estaba pasando cuando los espías que había enviado Moisés para reconocer la tierra, dieron en su reporte, el informe de que había muchos gigantes, diez de ellos dijeron que sería imposible entrar a la tierra prometida y dos dijeron que Jehová les daría la tierra.
Los gigantes eran reales, existían y vivían en la tierra prometida, la cual no iban a entregar fácilmente y la defenderían a costa de su propia sangre.
Pensemos por un momento que hacía unos cuantos días, el pueblo de Israel, en el desierto, no vio gigantes, pero en la tierra prometida sí había gigantes, esos que tú y yo vemos también en nuestra propia tierra prometida.
¡Ahora sí estamos entrando en tema!, porque te das cuenta que es cierto, te percatas que cuando estabas en el mundo dominabas cualquier situación, ya fuera con tus fuerzas o con tus influencias, y ¿sabes porque?, porque los demonios eran tus aliados y los gigantes no te ofrecían ningún tipo de resistencia, por el contrario, te daban poder para avanzar aún destrozando el alma de los demás, engañando y demostrando que tú podías avanzar, aún pisoteando a los que se te opusieran.
Cuando ingresaste al rebaño de Cristo, todo cambió, porque el infierno mismo y todo el sistema organizado de las tinieblas se vino en contra tuya, y entre más ofrecías tu vida al servicio de Dios, la oposición se aumentaba más y más, entre más fiel y obediente a Dios eras, más gigantes aparecían también, pero inmediatamente, Dios abría camino para que avanzaras hacia delante.
Lo que te sucede, Dios lo sabe, y también sabe el tipo de gigante que tienes al frente, porque ahora, los gigantes son invisibles, y tratan cada día, de hacerte caer y dejarte destruido e inútil, para que ya no puedas estropear sus planes y para que no seas de bendición a otras personas.
El conflicto contra los gigantes es a diario. Recuerda que cuando el apóstol pablo aún no tenía a Cristo en su corazón, nadie lo perseguía, era un hombre muy importante en Israel y él era el perseguidor, pero cuando abre su corazón a Cristo, su vida pasó los mas grandes peligros, naufragios, persecuciones, prisiones y amenazas.
¿ Quien es tu gigante?
¿Hogar con dificultades; pobreza, miseria, enfermedades, desaliento, desempleo?
Estos gigantes tienen acorralados a millones de personas, pero si tú crees en Dios y le obedeces, los gigantes serán destruidos, serán derribados y huirán de tí. Si te sientes mal herido, golpeado y ultrajado, alza tus ojos a Cristo y pronuncia lo siguiente:
“Aun tengo vida, la esperanza en Dios está en mi corazón, la batalla no ha terminado, no estoy vencido, no acepto la derrota, reconozco que estoy lastimado, pero con el poder de Dios en mi vida, los gigantes serán destruidos, Dios vendrá a mi vida, y me dará la gran oportunidad que he estado esperando, ningún gigante me derrotará, Dios me levantará, y me dará la corona como vencedor”
Reflexion escrita por Por Dr. Jose Luis G.
detallitoscristianos.com
martes, 27 de mayo de 2008
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