Ha sido divulgada la palabra del Señor…
vuestra fe en Dios se ha extendido.
1 Tesalonicenses 1:8.
Hermanos,
orad por nosotros,
para que la palabra del Señor corra y sea glorificada.
2 Tesalonicenses 3:1.
vuestra fe en Dios se ha extendido.
1 Tesalonicenses 1:8.
Hermanos,
orad por nosotros,
para que la palabra del Señor corra y sea glorificada.
2 Tesalonicenses 3:1.
Ocurrió en Rusia hacia el año 1980. Unos creyentes finlandeses responsables de una emisora radial habían conseguido la autorización para hacer un viaje a la ciudad de Riga (capital de Letonia, entonces rusa). Habían sido invitados por una familia de ese lugar. Una anciana vino de lejos para conocerlos y les contó su interesante historia.
Vivía sola en una gran aldea. Una noche escuchó una emisión del programa misionero en la radio, y por primera vez en su vida oyó la predicación del Evangelio. Cuando terminó el programa, apagó la radio, oró a Dios y por la fe recibió a Jesucristo como su Salvador.
Así empezó su vida cristiana. Ella siguió escuchando esos programas radiales y por medio de ellos recibió una enseñanza bíblica. Pero un pensamiento la preocupaba día y noche. ¿Sería ella la única creyente en esa región? ¿Habría otros? En todo caso no los conocía.
Prudentemente (porque en esa época los cristianos eran perseguidos en la Unión Soviética) empezó a averiguar. Hacía preguntas discretas a unos y otros. Con sorpresa encontró a una mujer que confesó su fe en Jesucristo, luego a una familia, después a otra persona… Esta anciana no era la única que había respondido al llamado divino llegado a ella a través de las ondas radiales. De ahí en adelante pudo vivir su fe cristiana junto a otros creyentes.
Fuente: La Buena Semilla
Vivía sola en una gran aldea. Una noche escuchó una emisión del programa misionero en la radio, y por primera vez en su vida oyó la predicación del Evangelio. Cuando terminó el programa, apagó la radio, oró a Dios y por la fe recibió a Jesucristo como su Salvador.
Así empezó su vida cristiana. Ella siguió escuchando esos programas radiales y por medio de ellos recibió una enseñanza bíblica. Pero un pensamiento la preocupaba día y noche. ¿Sería ella la única creyente en esa región? ¿Habría otros? En todo caso no los conocía.
Prudentemente (porque en esa época los cristianos eran perseguidos en la Unión Soviética) empezó a averiguar. Hacía preguntas discretas a unos y otros. Con sorpresa encontró a una mujer que confesó su fe en Jesucristo, luego a una familia, después a otra persona… Esta anciana no era la única que había respondido al llamado divino llegado a ella a través de las ondas radiales. De ahí en adelante pudo vivir su fe cristiana junto a otros creyentes.
Fuente: La Buena Semilla
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