Por la fe Moisés,
hecho ya grande,
rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios,
que gozar de los deleites temporales del pecado.
Hebreos 11:24-25.
hecho ya grande,
rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios,
que gozar de los deleites temporales del pecado.
Hebreos 11:24-25.
Moisés vivió ciento veinte años (Deuteronomio 34:7). Su vida se divide en tres períodos de cuarenta años, como si se tratase de tres clases en la escuela de Dios.
1. Vivió 40 años en Egipto en la corte de Faraón. Allí aprendió toda la sabiduría de los egipcios (Hechos 7:22), allí conoció el mundo y sus placeres; sin embargo rehusó semejante vida y prefirió unirse al pueblo de Dios, el cual estaba en esclavitud.
2. Pasó cuarenta años en Madián, una región pobre y rocosa cerca del Sinaí. Como simple pastor de ovejas –el que había experimentado los honores del palacio real–, guardaba el rebaño de su suegro. Allí, en la soledad, humildemente aprendió a conocerse a sí mismo. Y ante todo, Dios se reveló a él.
3. Durante cuarenta años, condujo a Israel a través del desierto hacia la tierra prometida. Allí aprendió a conocer a Dios, al Dios santo que no puede soportar el pecado y al Dios de amor que perdona.
Uno puede sorprenderse de que Moisés haya tenido que pasar tantos años en cada una de esas tres clases. Pero nosotros, ¿ya hemos aprendido bien a conocer el mundo y su vanidad, el yo y su miseria, y a Dios en toda su grandeza? Existen dos maneras de aprender estas lecciones: una es llamar al Señor sólo cuando las dificultades nos superan y la otra es creer sencillamente la Palabra de Dios. Basta confiar en Dios, quien nos enseña sus lecciones, y gozar de su bondad y fidelidad.
Fuente: La Buena Semilla
1. Vivió 40 años en Egipto en la corte de Faraón. Allí aprendió toda la sabiduría de los egipcios (Hechos 7:22), allí conoció el mundo y sus placeres; sin embargo rehusó semejante vida y prefirió unirse al pueblo de Dios, el cual estaba en esclavitud.
2. Pasó cuarenta años en Madián, una región pobre y rocosa cerca del Sinaí. Como simple pastor de ovejas –el que había experimentado los honores del palacio real–, guardaba el rebaño de su suegro. Allí, en la soledad, humildemente aprendió a conocerse a sí mismo. Y ante todo, Dios se reveló a él.
3. Durante cuarenta años, condujo a Israel a través del desierto hacia la tierra prometida. Allí aprendió a conocer a Dios, al Dios santo que no puede soportar el pecado y al Dios de amor que perdona.
Uno puede sorprenderse de que Moisés haya tenido que pasar tantos años en cada una de esas tres clases. Pero nosotros, ¿ya hemos aprendido bien a conocer el mundo y su vanidad, el yo y su miseria, y a Dios en toda su grandeza? Existen dos maneras de aprender estas lecciones: una es llamar al Señor sólo cuando las dificultades nos superan y la otra es creer sencillamente la Palabra de Dios. Basta confiar en Dios, quien nos enseña sus lecciones, y gozar de su bondad y fidelidad.
Fuente: La Buena Semilla
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