Nosotros somos colaboradores de Dios.
1 Corintios 3:9.
1 Corintios 3:9.
Las herramientas del taller de carpintería estaban conferenciando. A Martillo se le acababa de informar que debía irse, porque era demasiado ruidoso. Entonces dijo: –Si tengo que dejar la carpintería, Destornillador también debe irse; es tan insignificante que no se notará su ausencia.
El pequeño Destornillador se levantó y dijo: –Está bien, pero Tornillo también debe irse; es necesario darle vueltas y vueltas para ponerlo en su lugar. Entonces Tornillo opinó: –Si quieren me voy, pero Cepillo también debe irse; todo su trabajo se hace en la superficie, en él no hay profundidad.
A esto Cepillo replicó: –¡Está bien, pero Metro también debe partir, porque siempre está midiendo todo, como si sólo él fuera correcto. Entonces Metro se quejó de Papel de Lija, diciendo: –No me importa irme, pero él es más áspero de lo que debería ser y siempre está raspando de más.
En medio de la discusión entró el carpintero. Se acercó al banco de carpintería para hacer una mesa y para ello empleó todas las herramientas. Después que finalizó el trabajo del día, Serrucho se levantó y dijo: –Amigos, me doy cuenta de que todos somos útiles para realizar un buen trabajo.
Todas las acusaciones contra esas herramientas eran ciertas, sin embargo el carpintero empleó cada herramienta conforme al uso al que está destinada. Esta fábula, ¿acaso no nos ilustra que todos los creyentes somos útiles de un modo u otro en la obra de Dios? Él desea utilizar cada una de sus herramientas.
Fuente: La Buena Semilla
El pequeño Destornillador se levantó y dijo: –Está bien, pero Tornillo también debe irse; es necesario darle vueltas y vueltas para ponerlo en su lugar. Entonces Tornillo opinó: –Si quieren me voy, pero Cepillo también debe irse; todo su trabajo se hace en la superficie, en él no hay profundidad.
A esto Cepillo replicó: –¡Está bien, pero Metro también debe partir, porque siempre está midiendo todo, como si sólo él fuera correcto. Entonces Metro se quejó de Papel de Lija, diciendo: –No me importa irme, pero él es más áspero de lo que debería ser y siempre está raspando de más.
En medio de la discusión entró el carpintero. Se acercó al banco de carpintería para hacer una mesa y para ello empleó todas las herramientas. Después que finalizó el trabajo del día, Serrucho se levantó y dijo: –Amigos, me doy cuenta de que todos somos útiles para realizar un buen trabajo.
Todas las acusaciones contra esas herramientas eran ciertas, sin embargo el carpintero empleó cada herramienta conforme al uso al que está destinada. Esta fábula, ¿acaso no nos ilustra que todos los creyentes somos útiles de un modo u otro en la obra de Dios? Él desea utilizar cada una de sus herramientas.
Fuente: La Buena Semilla
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