martes, 16 de septiembre de 2008

La cruz, la prueba más grande de amor


“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el Cuál me amó y se entregó a Sí mismo por mí”. Gálatas 2:20

Este es un texto hermoso y al mismo tiempo, es un texto que nos enseña como debe ser la Vida Cristiana, de todos los días.

A partir del día en que conocimos a Jesucristo como el Salvador de nuestras vidas, el hecho de la cruz toma un significado mucho más profundo para nosotros. La identificación con el Señor en la cruz es una realidad no sólo histórica sino vivencial, porque confiamos en Jesucristo ocupó mí lugar, y ahora yo vivo en El y gracias a El. Estoy crucificado con El y ya no vivo yo.

Ahora yo vivo en El y “porque El vive nosotros también vivimos”. Cuando Cristo resucitó lo hizo para nuestra justificación (Romanos 4:25). Delante de los ojos de Dios, ahora nuestros pecados han sido clavados en la cruz. Por eso la cruz debe marcar el fin de una vida y el comienzo de una Vida Nueva. Esta es la razón que hace que Pablo diga…“lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del Hijo de Dios”.

La carne es la misma, pero la experiencia salvadora de fe, ha transformado mi vida en la carne y a pesar de las tentaciones hay una Nueva Vida de fe, que ha comenzado en mí y se alimenta de la Palabra de Dios, se nutre de sus promesas, me hace crecer día a día, y experiencia tras experiencia.

Sé, por lo tanto que, aunque tenga tropiezos, El estará conmigo y si caigo en la tentación, tengo en El mi abogado, que me ayudará a levantar y a seguir adelante, sin importar las dificultades que tenga que enfrentar. Su promesa me dice: “No te dejaré ni te desampararé”… “aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tu estarás conmigo”.

Sí, vas a tener que enfrentar luchas, burlas, sufrimiento, dolor, soledad, aislamiento de los Hombres, pero El estará contigo… “su vara y su callado te infundirán aliento” y hace todo esto, ¿porqué?…porque “me amó y entregó Su vida por mí”.

¡Señor ayúdame a ser agradecido por todo este gran amor con que me amaste!.

Dr. Daniel L. Bustamante, cristianos.com

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