La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
1 Juan 1:7.
Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir…
no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo.
La inquietud, la inseguridad y la incertidumbre generan mucho estrés, cansancio e insatisfacción. Adquirir muchos seguros no es la manera de ponerse al abrigo de las enfermedades y de la muerte. Porque aun la última garantía, la que cubre los gastos funerarios, sólo sirve para los sobrevivientes. En cambio abandona a aquel que muy solo se va ante la misteriosa puerta del más allá.
Aun cuando una tumba, como la de los antiguos faraones, haya sido llenada con objetos preciosos que se supone debían acompañarlos, esos muertos fueron despojados por hábiles y poco escrupulosos saqueadores.
¿Existe un seguro para el más allá? Ninguna compañía, al precio que sea, puede ofrecerle semejante contrato. Sólo Aquel que está del otro lado de la puerta puede darle la seguridad de que lo recibirá cuando haya llegado el momento. El precio ya fue pagado: es la preciosa sangre de Cristo. Es una garantía universal, ofrecida gratuitamente y valedera para todo el que la recibe.
¿Forma usted parte de aquellos bienaventurados que se han apropiado de la obra expiatoria del Hijo de Dios, quien dio su vida para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna?… El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida (Juan 3:16 y 36).
1 Juan 1:7.
Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir…
no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo.
1 Pedro 1:18-19.
La inquietud, la inseguridad y la incertidumbre generan mucho estrés, cansancio e insatisfacción. Adquirir muchos seguros no es la manera de ponerse al abrigo de las enfermedades y de la muerte. Porque aun la última garantía, la que cubre los gastos funerarios, sólo sirve para los sobrevivientes. En cambio abandona a aquel que muy solo se va ante la misteriosa puerta del más allá.
Aun cuando una tumba, como la de los antiguos faraones, haya sido llenada con objetos preciosos que se supone debían acompañarlos, esos muertos fueron despojados por hábiles y poco escrupulosos saqueadores.
¿Existe un seguro para el más allá? Ninguna compañía, al precio que sea, puede ofrecerle semejante contrato. Sólo Aquel que está del otro lado de la puerta puede darle la seguridad de que lo recibirá cuando haya llegado el momento. El precio ya fue pagado: es la preciosa sangre de Cristo. Es una garantía universal, ofrecida gratuitamente y valedera para todo el que la recibe.
¿Forma usted parte de aquellos bienaventurados que se han apropiado de la obra expiatoria del Hijo de Dios, quien dio su vida para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna?… El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida (Juan 3:16 y 36).
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