Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
Lucas 10:20.
Lucas 10:20.
Quizás usted forma parte de los dichosos que hoy celebran su cumpleaños. Entonces le deseamos un feliz día y bendiciones divinas.
El día del cumpleaños es una fecha más o menos festejada que siempre nos recuerda el día en que entramos en este mundo. ¿Ha pensado usted alguna vez por qué y para qué recibió esta vida? Ninguno de nosotros –a pesar de lo que algunos piensan– es producto de la casualidad. Cada persona es una criatura de Dios que existe según su plan. Él conoce su cumpleaños y nunca lo olvida, lo que a veces ocurre a los seres humanos. Pero Él quiere que usted nazca de nuevo y así tenga un segundo cumpleaños.
Desde el pecado original, todas las criaturas humanas nacen pecadoras y más tarde también pecan. El pecado nos separa de Dios abriendo un abismo entre nosotros y Él. El único puente de acceso a Él es la confesión de nuestras faltas. Entonces recibimos su perdón en virtud de la obra expiatoria de Jesucristo en la cruz del Calvario. Él nos da una vida nueva y eterna: nacemos de nuevo.
Los seres humanos que han pasado por el nuevo nacimiento no son anotados en el registro civil terrenal, sino en el del cielo, y pasan a formar parte de quienes son reconciliados con Dios. Como hijos ocupan un lugar en su corazón de Padre. Tienen una nueva patria en la Casa del Padre. Pueden hacer suyas las palabras del apóstol Pablo: Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (Filipenses 3:20). ¡Qué maravillosa esperanza!
Fuente: La Buena Semilla
El día del cumpleaños es una fecha más o menos festejada que siempre nos recuerda el día en que entramos en este mundo. ¿Ha pensado usted alguna vez por qué y para qué recibió esta vida? Ninguno de nosotros –a pesar de lo que algunos piensan– es producto de la casualidad. Cada persona es una criatura de Dios que existe según su plan. Él conoce su cumpleaños y nunca lo olvida, lo que a veces ocurre a los seres humanos. Pero Él quiere que usted nazca de nuevo y así tenga un segundo cumpleaños.
Desde el pecado original, todas las criaturas humanas nacen pecadoras y más tarde también pecan. El pecado nos separa de Dios abriendo un abismo entre nosotros y Él. El único puente de acceso a Él es la confesión de nuestras faltas. Entonces recibimos su perdón en virtud de la obra expiatoria de Jesucristo en la cruz del Calvario. Él nos da una vida nueva y eterna: nacemos de nuevo.
Los seres humanos que han pasado por el nuevo nacimiento no son anotados en el registro civil terrenal, sino en el del cielo, y pasan a formar parte de quienes son reconciliados con Dios. Como hijos ocupan un lugar en su corazón de Padre. Tienen una nueva patria en la Casa del Padre. Pueden hacer suyas las palabras del apóstol Pablo: Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (Filipenses 3:20). ¡Qué maravillosa esperanza!
Fuente: La Buena Semilla
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