viernes, 24 de octubre de 2008

Hoy… Bendeciré al Dios de toda Consolación

“ Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación”. II Cor 1:3

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  • Hoy es un día de misericordias y un día de consolación. No solo porque puedo vivir este día disfrutando de la misericordia y de la consolación de Dios, si no además porque puedo ser un canal para que la misericordia y la consolación toquen y llenen el corazón y la vida de alguien que pueda estar cerca de mí. Hoy, podré disfrutar de esa misericordia y de esa consolación porque tales bendiciones llegan desde la fuente de toda alegría y esa fuente no es una cosa, más es una persona.
  • La persona de Dios.
  • Porque este es un día de misericordia y de bendición es que puedo bendecir con toda mi alma al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien a la vez es también mi Dios y mi Padre. Por eso podré decir hoy como el salmista: “Yo he confiado en tu misericordia; mi corazón se regocijará en tu salvación” Sal 13:5. “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida y habitaré en la casa de mi Padre por siempre” Sal 23:6. Si no podemos disfrutar de la misericordia y de la consolación, realmente es muy difícil poder vivir porque nuestros corazones están hambrientos de estas dos cosas.
  • Hoy, por lo tanto levantaré y bendeciré con mi voz al Señor porque es mi Dios y Padre de toda misericordia y de toda consolación.
  • Hoy es día de consolación porque en medio de las turbaciones y los conflictos que querrán despojarme de la paz que tanto anhelo, Dios no solo me muestra su misericordia, sino también su consolación. El Apóstol Pablo escribió: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, afín de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza, pero el Dios de la paciencia y de la Consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús” Rom 15:4,5.
  • Señor, es en medio de la multitud de tus tiernas misericordias que tengo el privilegio de llegar ante tu trono y con alegría profunda cantar junto con el salmista: Tu misericordia es mejor que la vida. Tus beneficios, misericordias y consolaciones sobre mi son más numerosos que las hojas de los árboles del bosque. Tu diaria bondad viene a ser para mi como el aire fresco de cada amanecer. Tu gracia me sustenta hora a hora desde la salida del sol hasta el anochecer y aún mientras duermo ella destila sobre mi espíritu como el dulce rocío que cae de tu mano. Hoy aprendo que disfrutando de tus misericordias y tu consolación las cargas vienen a ser una bendición y las dificultades como alas. Gracias Señor. Amen.
  • Dr. Serafín Contreras Galeano

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