Salomón enfatiza en el libro de Proverbios que la sabiduría debe dirigir todos los aspectos de nuestra vida. La sabiduría une la santidad con los deberes comunes de la vida. Sabiduría es pensar y actuar como Dios pensaría y actuaría en cualquier situación.
El libro de Proverbios afirma que no existe verdadera sabiduría fuera del “temor de Jehová” (Proverbios 1:7; 9:10). El temor aquí no se refiere a tener miedo. Tememos a Dios cuando lo reverenciamos y lo respetamos (ver Éxodo 20:20). La capacidad para actuar sabiamente en cada situación surge de un corazón unido con Dios, con lo cual el creyente humilde comparte el carácter santo de Dios.
En nuestra época, muchas personas consideran el conocimiento científico como de mayor valor que el conocimiento filosófico o el religioso. Sin embargo, la clase de conocimiento que Dios nos invita a recibir es la experiencia de la santidad. Conocer por experiencia la gracia salvadora de Cristo abre ante nosotros las puertas de la eterna ciudad de Dios.
Desde una perspectiva humana, la sabiduría es participar en lo bueno y lo malo. La sabiduría humana procura llegar a ser sabia en todas las cosas, y no se establece sobre nada que sea una verdad absoluta.
La sabiduría de Dios, por otro lado, es conocer la diferencia entre el bien y el mal, y escoger sólo el bien. El poder de elegir lo bueno y practicarlo es posible mediante la vida, la muerte y la resurrección de nuestro Señor.
“El conocimiento de Dios es el fundamento de toda verdadera educación y de todo servicio verdadero… Este conocimiento es la preparación esencial para esta vida y para la venidera” (El ministerio de curación pág. 318, EGW).
Fuente: Guía de Estudio de la Biblia del 2000 (ACES)
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