viernes, 24 de julio de 2009

No Hay Otro Fundamento

Autor: Benny Hinn

Nuestro Señor Jesús compara la vida Crsitiana con un hombre que construye
una casa: “Todo aquel que viene a mí, y que oye mis palabras y las hace,
os indicaré a quien es semejante. Semejante es al hombre que al edificar
una casa, cavó y ahondo y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino
una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo
mover, porque estaba fundada sobre la roca. Más el que oyó y no lo hizo,
semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento;
contra la cual el río dió con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina
de aquella casa” (San Lucas 6:47-49). “Porque nadie puede poner otro
fundamento que el que esta puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios
3:11).
Lor tres requisitos para edificar nuestras vidas en Cristo son:
A. Ven a El: “Quien viene a mi…”
B. Escucha lo que El está diciendo: “…y escucha lo que estoy diciendo…”
C. Haz lo que El te pide: “…y lo hace…” San Judas Apóstol 1:20 nos
instruye de la siguiente manera: Pero vosotros amados, edificandoos sobre
vuestra santísima fe…”
Hechos 20:32 revela que la Palabra nos edifica. Efesios 2:22 nos llama
“…edificados para morada de Dios en el Espíritu”. David el Salmista
continuamente se refiere a Dios como “La Roca” sobre la cual nuestra vida
espiritual esta edificada (Salmo 18:2; Salmo 62:6).
A. Debemos venir a El. Pedro recibe la revelación de quien Cristo
realmente es: “ y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del
hades no prevalecerán contra ella” (San Mateo 16:13-18). En este pasaje,
podemos encontrar cuatro puntos clave para poder nosotros tener un
fundamento en la roca, Jesucristo:
1. Debemos tener un enfrentamiento cara a cara con el Hijo del Dios
viviente, Jesucristo: En San Mateo 16:13-18 cuando Jesús le pregunta a
Pedro “¿Quien decís que soy yo?” Pedro le contesta, “Tu eres el Cristo,
el Hijo del Dios Viviente”. Pedro experimentó un encuentro cara a cara
con el Cristo viviente.
2. Es por medio del Espíritu Santo que podemos recibir una revelación
que Cristo es el Hijo del Dios Viviente: El Señor le dijo a Pedro:
“Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te lo revelo carne
ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (San Mateo 16:17).
3. Debemos aceptar esta revelación. Pues Pedro declaro: “Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios Viviente” (San Mateo 16:16).)
4. Debemos declarar esa revelación públicamente. En la región de Cesárea
de Filipo, un lugar donde miles de personas se citaban para adorar
ídolos, Pedro declaró públicamente: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
Viviente”. El hizo una declaración pública y confesó ante las multitudes
quien Jesús era.
B. A. Debemos escuchar lo que El está diciendo. Cuando Jesús habla de
escuchar lo que El nos dice, se refiere a escuchar por medio del Espíritu.
El Salmo 33:6 nos muestra que es el Espíritu Santo quien revela la Palabra
de Dios. El Señor declara: “El que tiene oídos para oír, oiga” (San Mateo
11:15). Escuchar la voz del Señor no es en forma pasiva o como confesión
hueca o vacía; es el recibir la palabra de Dios en su espíritu como una
bocanada de aire puro. 2 Timoteo 3:16 declara que : “Toda la escritura es
inspirada por Dios…” La palabra “inspiración” tiene una raíz de origen
Griega que significa “respirar” y significa también inhalar y exhalar.
Cuando usted recibe la Palabra en su espíritu interno, puede “exhalarla”
en confesión la cual lleva consigo poder y significado efectivo. El
Espíritu sin la Palabra producen: “Fanatismo”. La palabra sin el Espíritu
produce: “Formalismo”, hay forma mas no hay poder. “…porque nunca la
profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de
Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).
Cuando hacemos una confesión basada en la Palabra debemos asegurarnos de
que el Espíritu Santo se está moviendo en nosotros. En el Salmo 25:8-9
encontramos que: “Encaminare a los humildes por el juicio” únicamente los
humildes en Cristo recibirán su Palabra.
C. A. Debemos hacer lo que El nos pide.
Hay siete manifestaciones que se presentan en el creyente cuando este
obedece lo que Dios nos manda hacer: Edificar nuestras vidas en la
Palabra.
1. Nace la Fe. Romanos 10:17 dice: “…así que la fe es por el oír, y el
oír, por la palabra de Dios” Esta fe es fe en Dios no fe en fe. Cuando
la Palabra de Dios es fundida en nuestro ser por medio del Espíritu
Santo, nacerá en nosotros Fe sobrenatural.
2. Como obtener la victoria sobre el pecado. Salmo 119:11 declara que:
“En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” La
Palabra de Dios le dará poder contra el pecado.
3. La Santidad le caracterizara. Porque la Palabra de Dios no vendrá a
usted por medio de la mente, sino por el poder del Espíritu Santo, usted
podrá llevar una vida de santidad, San Juan 17:17 declara :
“Santificalos en tu verdad; tu palabra es verdad” Efesios 5:25-27 nos
dice que “...Cristo amó a la iglesia y se entregó a si mismo por ella,
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por
la palabra”
4. Usted Tendrá una mente sana y limpia. La Palabra de Dios limpia la
mente de contaminantes que el mundo ofrece y le da entendimiento. Salmo
119:130 nos dice: “La exposición de tus palabras alumbra, Hace entender
a los simples”
5. Tendrá la victoria sobre satanás. 1 Juan 2:14 dice: …la palabra de
Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” Porque la
Palabra está en usted, por lo tanto usted vencerá al enemigo.
6. Usted tendrá paz. Salmo 85:8 nos dice: “…Porque hablara paz a su
pueblo y a sus santos…” Cuando usted tiene fundamentos fuertes,
encontrará la paz.
7. Usted se gozará. Cuando usted construye su vida en unos cimientos
firmes y fundamento estable su vida estará llena de gozo. Jeremías 15:16
“Fueron halladas tus palabras y yo las comí y tu palabra me fue por gozo
y por alegría de mi corazón…” Jesús declaró: “Estas cosas os he hablado,
para que mi gozo este en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan
15:11) Su fundamento será probado, La vida del cristiano no ofrece un
camino hacia el cielo sin tormentas. Mateo 7:24-27 declara: que la
tormenta, símbolo de problemas en la vida, vendrá.
Si su vida esta cimentada en un fundamento fuerte y seguro, como la del
hombre sabio quien construyo su casa sobre la roca, nada lo sacudirá. Pero
si su vida es superficial, sin substancia como aquella del hombre simple
quien construyó su casa sobre la arena, un fundamento débil, no soportará
la tormenta. La biblia claramente nos dice que en esta vida, enfrentaremos
tormentas (Hechos 14:22).
¿Podrá su casa resistir la tormenta? Si está su vida cimentada en la Roca,
Jesucristo, ninguna tormenta podrá vencerlo.

miércoles, 22 de julio de 2009

Cómo ser siempre fiel a mi pareja

El 100% de los hombres y mujeres serán tentados sexualmente por lo menos una vez en la vida. Pero la tentación no es pecado, sino cuando cedemos ante ella. Jesús fue tentado en “todo” pero sin pecado. Debemos suponer que ese “todo” incluye tentación sexual. Creemos que así fue. No obstante, Jesús venció, no pecó. Permítannos hacerles algunas sugerencias para los dos:

a) Sean amigos: la relación matrimonial debe ser una relación de amigos. Cantar de los Cantares 2:2 presenta el matrimonio de dos amantes y dos amigos al mismo tiempo. Los amigos no se traicionan, se escuchan mutuamente, nada se ocultan. Compartan sus presiones, problemas y aun sus tentaciones sexuales para que ambos puedan orar y cubrirse. Una esposa que no sabe escuchar a su esposo, será sustituida por otro oído femenino, atento y reflexivo. Cuidado, la Biblia dice: “los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite, mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos, sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol”, Proverbios 5: 3-5.

b) No busquen excusas: la más grande de todas: “cometí adulterio porque mi esposa/o no me satisface”. Es la más citada a la hora de reconocer este pecado, como si fuera motivo que justificara la infidelidad. Esta excusa agrega dolor sobre el cónyuge, que además de haber sido traicionado, ahora resulta ser el culpable de la infidelidad.

c) Sean realistas: no se engañen, la infidelidad no mejorará ninguna situación; las heridas por el engaño persisten por mucho tiempo. Siempre existen otras opciones y no la infidelidad. Cantar de los Cantares nos describe la fidelidad como una fortaleza inconquistable: “Yo soy muro, y mis pechos como torres, desde que fui en sus ojos como la que halla paz”, Cantares 8:10. Hay otro pasaje igualmente hermoso, Cantares 4:12: “Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; fuente cerrada, fuente sellada”.

d) No crean que nunca les va a pasar: pueden ser tentados aunque no lo busquen o no lo quieran. Y no depende de su estado espiritual. Es verdad que cuanto más cerca de Dios estén, más lejos del pecado estarán; pero verdad es también que vivimos todavía en un cuerpo débil. Nadie duda que Jesús fue el hombre más santo y que su relación con Dios jamás fue rota; aun así fue tentado.

e) Decidan a cada minuto permanecer fieles a Dios y al cónyuge: deben decidir ser fieles a cada momento. Como lo dijo William Cutrer: “No existe el matrimonio a prueba de aventuras extramatrimoniales”.

f) Ganen la batalla en la mente: una fantasía sexual con el compañero de trabajo, un sueño erótico, el deseo de un beso apasionado, etc., pueden ser el origen de un grave problema. Un pensamiento inmoral conduce a un acto inmoral. Lleven todo pensamiento a la obediencia a Cristo y rechacen todo aquello que les separará de Dios y del cónyuge.

g) Pongan freno a los ojos: recuerden que los pecados de varios personajes bíblicos comenzaron con la vista. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto...”, Génesis 1:6. Nota: hay tres palabras que constituyen los peldaños en la escalera descendente al pecado: ver, codiciar y tomar. Jesús dijo: “El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz”, Mateo 6:22 NVI. No deben ignorar que los ojos son órganos sexuales muy poderosos. Una mirada codiciosa conduce a menudo a pensamientos pecaminosos que pueden dar lugar a una acción inmoral. Job tiene un buen consejo que darles: “Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?” Un pacto con los ojos es una buena decisión para evitar todo pecado sexual.

h) Huyan: contra el diablo, el consejo bíblico es resistir y él huirá; contra la flaqueza espiritual, Jesús nos exhortó a velar; pero contra la fornicación, el mandamiento es HUIR. De ningún otro pecado la Biblia nos manda a huir sino de la idolatría y de la fornicación, 1ª Corintios 10:14 y 6:18. Pablo, en 1ª Corintios 6: 18 dice: “Huyan de la inmoralidad sexual...” NVI. También Pablo le escribe al joven Timoteo en estos términos: “Huye de las malas pasiones de la juventud...”, 2ª Timoteo 2:22 NVI.

Tomado de www.placeresperfectos.com.ar

El temor de Dios


Por Guillermo Maldonado

Adora, respeta y ríndele honor a tu único y verdadero Dios. El santo temor de no ofenderle debe ser la motivación de todo cuanto hacemos.

En Isaías 11: 3 leemos: Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni por lo que oigan sus oídos.

El Espíritu Santo tiene siete facetas y una de ellas es la del temor de Dios. Para comprender esta faceta debemos hablar de las tres motivaciones de los creyentes. Nos impulsan la voluntad de Dios, el amor y temor hacia Él. En nuestro matrimonio, negocios y vida familiar, muchas veces hacer Su voluntad es suficiente; en otras situaciones basta el amor a Dios, pero hay momentos cuando lo único que puede motivarnos a obrar con rectitud es el temor de Dios.

Génesis 22: 12 dice: Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.

Abraham ofrendó a su hijo porque temía y respetaba a Dios, no solo porque le amaba y quería cumplir Su voluntad. Ese temor es un terror santo que se desata en nuestras vidas para que hagamos lo correcto.

No es el temor natural que sentimos en situaciones extremas como cuando estamos en peligro de muerte. Tampoco es temor de cobardía que tiene cuatro características: proviene de Satanás, nos paraliza, atormenta y hace huir. Dios no te da espíritu de cobardía sino de autoridad para confrontar tu situación.

El temor de Dios tampoco es aquel religioso superficial que procede del hombre y esclaviza. Mucho menos puede confundirse con el temor a los hombres que los hace ver más poderosos que el mismo Dios, que es opuesto a la confianza en Él y no promueve la obediencia al Padre. Entonces, el temor de Dios es la reverencia y respeto que le tenemos y evita que le ofendamos.

Éxodo 20:2-3 nos recuerda: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.

Dios es el dueño de toda preeminencia. Somos sus criaturas y es justo que le demos el primer lugar en nuestras vidas. Aquello que más temes es lo que se convierte en tu dios, así que témele a Él, que te dio la vida y se sacrificó para darte la salvación. Las crisis, enfermedades y pecados no pueden sustituir Su lugar. No temas más al diablo que a Dios. Es momento de darle la honra a quien la merece. Este es un tiempo donde la fe de los cristianos está siendo probada.

El temor de Dios debe motivarnos a llevar una vida santa. Cuando el amor ya no funciona el temor debe inspirarnos respeto.

La base fundamental de donde proviene la sabiduría es del temor de Dios. Uno de los dones que admiro en el pastor Cash Luna es su sabiduría que proviene de esa integridad y temor que tiene de Dios. Los pastores tenemos debilidades, somos humanos pero el temor nos guarda de caer en pecado y tentación. Pido por el temor en mi vida y en la de todos los hombres justos. La inteligencia es educación pero la sabiduría viene de un corazón que teme al Señor. Si quieres derramamiento y gloria debes estar preparado. Corrige tu conducta y busca la santidad.

Es tiempo de arrepentirnos. La iglesia solamente crece y se edifica en el temor de Dios. Lo que crece bajo mentira es superficial. El temor es respeto y reverencia. Recuerda que puedes temerle hasta que reconozcas Su santidad.

La santidad es el atributo y esencia del Señor y lo que debe moverte a temerle con reverencia. Si has perdido el temor de Dios clama para recuperarlo en tu boca, en tus ojos, mente y corazón para luchar por lo bueno y santo. (ver fragmento en video, "el temor de Dios")

lunes, 20 de julio de 2009

Juan Carlos Alvarado - Amigo

Abraham: Amigo de Dios


“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23)

Abraham en el Monte de Moriah es el ejemplo supremo de la fe.

En este texto hay algo que no se encuentra en ningún otro pasaje de la Biblia – la frase “amigo de Dios.”

Abraham fue el ejemplo mejor de un amigo de Dios. No hubo ninguna otra persona que fue elevada al nivel de Abraham.


Esto nos enseña que Dios sí tiene amistades especiales. Las Escrituras dicen que Dios amó a Jacob pero odió a Esaú (Romanos 9:13), que Dios rechazó a Saúl pero prefirió a David, que Dios en Cristo escogió los doce sobre los setenta, y Pablo, Santiago y Juan sobre los doce. Dios habló a los profetas por medio de sueños y visiones, pero a Moisés habló cara a cara como un hombre habla con otro hombre.

No debemos esperar que Dios tenga la misma amistad con toda persona. Nunca lo ha tenido y nunca lo tendrá. El hombre juzga por las apariencias exteriores pero Dios juzga por los secretos del corazón.

¿No te alegras que el omnipotente, omnipresente, y omnisciente Dios escogió sus amigos de entre los humanos pecadores y no los ángeles y que encontró uno quien pudo llamar amigo sobre todo amigo?

Ya que somos hechos en la imagen de Dios ¿no tenemos nosotros también el privilegio de ser amigos con Dios?

¿Por qué escogió Dios a Abraham sobre otros hombres como Enós, Noé, José, Moisés, David, Elías, y Daniel? La respuesta a esta pregunta se encuentra en Santiago 2. En este capítulo Santiago define la fe.

Para muchos leyentes las escrituras de Pablo no explican muy bien lo que es guardar la fe. Aún más, muchas personas, especialmente los que no han leído bien el libro de Santiago, han decidido que solo necesitas creer que eres salvo para serlo y que solo necesitas creer que iras al cielo para hacerlo. Santiago destruye esta lógica en su libro.

Santiago dice:

“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:17-23).

Te di este pasaje entero para que veas la transición entre fe falsa y fe definida por la obra de Abraham.

Primeramente, la palabra “obras” en el pasaje es sinónima con la obediencia. Cuando Santiago dice, “la fe sin obras es muerta,” quiere decir que la fe sin obediencia es muerta. La obediencia permita la eficacia de la fe.

Por segundo, Santiago compara la fe sin obediencia con la fe del diablo: “También los demonios creen...” Claro que creen. En un tiempo todos fueron ángeles. Claro que creen. La diferencia es que aunque creen, no obedecen. Tiene “fe sin obras.”

Por tercero, observa como Santiago reprende a todos los creyentes que tienen fe sin obediencia como los demonios. El los reprende por ser vanos y necios.

Para mejorar su caso aun más Santiago nos dirige hacia Abraham como el ejemplo supremo de la fe. “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?” ¡Esa es fe verdadera!

En ese momento las Escrituras fueron cumplidas y Abraham fue llamado amigo de Dios. Por medio de la experiencia de Abraham, la fe bíblica fue definida para toda la Cristiandad.

Estudiemos este evento un poco más: Dios mandó a Abraham que llevara su único hijo para sacrificarlo en el altar. De nuevo, fue en este momento que la obediencia y la fe combinaron para complacer a Dios.

La obediencia de Abraham fue así: “Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo...” (Génesis 22:3).

Abraham obedeció inmediatamente y empezó su jornada al Monte Moriah para sacrificar a su hijo. Construyó el altar y puso la leña sobre él. Puso a Isaac en el altar e intentó matarlo.

Esta es obediencia perfecta. No es como la obediencia parcial del Rey Saúl cuando salvó la vida del Rey Agag y sus ovejas. La obediencia de Abraham fue perfecta.

La obediencia de Abraham también demostró fe perfecta. Abraham creyó que una vez muerto Isaac, Dios lo resucitaría porque le había prometido a Abraham que por medio de su simiente toda la tierra sería bendecida. Abraham tuvo fe perfecta que Dios haría lo que había prometido (véase Romanos 4:16-22). ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Ahora estamos listos para hacer las preguntas grandes: ¿Cuándo llamó Dios a Abraham un amigo de Dios? y ¿Cuándo fueron cumplidas las Escrituras? Fue en el momento que Abraham empezó a mover el cuchillo hacia el pecho de Isaac. Fue precisamente en ese momento que la justicia de Dios fue derramada sobre Abraham.

Desde ese día, en cualquier momento que la fe pura y la obediencia perfecta se manifiesten en el mismo corazón la justicia de Dios será derramada sobre él. Todos los que han tenido esta experiencia son los verdaderos hijos de Abraham así como Jesús hable de Zaqueo (Lucas 19:9), y todos los que carecen de la fe de Abraham no recibirán la justicia de Dios así como el Rey Saúl. Debemos confiar en Dios con todo nuestro corazón y obedecerle para recibir su justicia.

No se encuentra en toda la Biblia una ilustración mejor de la fe y obras (obediencia) que la de Abraham en el Monte de Moriah. Fue Abraham, entonces, quien recibió la promesa eterna de Dios, la promesa que llegó a ser la definición y el estándar para nuestra salvación.

Es por esta razón que el hombre rico en Lucas 16 vio a Abraham desde el Hades. El ver a Abraham fue la forma en que Dios le recordó de la razón por la cual estaba en las llamas eternas. El rico se consumía porque no tuvo fe como Abraham.

Es por esta razón también que Mateo 8:11 dice, “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos.”

Es por esto también que en Lucas 13 Jesús dice, refiriéndose al Día del Juicio, “Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos” (v. 26-28).

Hay algunos que dicen que en el momento que lleguemos al cielo nos encontraremos con Pedro al quien tendremos que presentar con una respuesta teológica digna de entrada al cielo. ¡Que tontería! No existe prueba bíblica de que esto sea cierto. Pero sí hay prueba bíblica que todo el que va al infierno verá a Abraham desde lejos así como el hombre rico.

Escudríñate ahora y ve si tienes la fe de Abraham para que la justicia de Dios pueda ser derramada sobre ti.

Para cerrar, una encuesta reciente hecha por Charles Allen de los miembros de la iglesia identificó estas estadísticas interesantes:

10% no se encontraron

20% nunca asisten a la iglesia

35% nunca leen la Biblia

40% nunca contribuyen a la iglesia

60% nunca estudian materiales religiosos

75% nunca toman responsabilidad en la iglesia

85% nunca invitan otras personas

95% nunca han ganado otra persona para Cristo

100% esperan ir al cielo

Santiago dice, “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”

Si, Abraham fue el amigo de Dios. Ahora sabes y te regocijas que tu también puedes ser un amigo de Dios. Jesús dijo, “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14).