sábado, 20 de junio de 2009

Lo sabe, lo cree, lo hace


Para lograr milagros necesitas conocer, tener fe y poner en práctica la Palabra de Dios.

Todos anhelamos milagros pero para lograrlos necesitamos fe. El Señor dice que es más bendición dar que recibir y sólo dando es como recibimos. Cuando un milagro sucede hay alguien que lo recibe y alguien que lo facilita. Como hijos de Dios debemos provocar cosas buenas en otros para convertirnos en candidatos a recibir.

La crisis es una realidad mundial que nos afecta a todos. En medio de la recesión económica, violencia y desempleo necesitamos fe y palabras de aliento. Mis empleados por ejemplo tienen suficiente con enfrentarse a los problemas en la calle, así que yo les motivo con palabras optimistas, no soy un jefe de cara amarga porque deseo ser identificado como un cristiano que practica su fe.

Hechos 3: 1-7 nos dice: Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;

El libro de Hechos en sus dos primeros capítulos relata la situación de los discípulos después de la resurrección de Jesús. Él les había pedido esperar a que el Espíritu Santo los visitara y derramara poder sobre ellos. Durante los 40 días posteriores al milagro de la resurrección les recordó los principios más importantes del Reino. Les dijo que debían imponer manos para sanar enfermos, llevar a las personas al conocimiento de Dios y recordar que la Palabra tiene poder. Finalmente el Espíritu Santo descendió sobre ellos y los llenó de unción. Seguramente fue un escándalo ver y escuchar a esos hombres borrachos en el Señor.

Saber para creer

Luego de recibir la unción Pedro y Juan se encontraron con el cojo. En ese momento Pedro recuerda las palabras de Jesús y confiando en ellas decidió sanarlo. No le dio limosna sino que cambió su vida para gloria del Señor. Pedro comprendió las promesas que conocía. Esa es la primera fase de la fe que produce milagros. Tú debes estar seguro de los que sabes acerca de las promesas de Dios y decidirte a actuar, así como Pedro lo hizo. El discípulo tomó lo que sabía y creyó. Ese es el proceso: escuchar y comprender la Palabra para luego ponerla en práctica.

Creer para hacer

El momento de la decisión es pasar del “saber” al “creer” porque puedes saber mucho pero no creer nada. Nota que aunque Pedro no sabía exactamente que había sucedido en su vida, estaba seguro que ya no era el mismo y compartió lo que tenía. Definitivamente sabía mucha Palabra al igual que los demás discípulos pero fue el primero en obrar un milagro porque se animó a creer. Muchas veces no trascendemos a una vida de milagros porque dudamos y estamos pendientes de lo que dirán los demás. Cuando no estás seguro de las promesas, prefieres no creer y evitar la vergüenza.

Ahora piensa en el cojo, él no era cristiano, seguramente sabía algunas cosas sobre Jesús pero realmente no era un creyente. Muchas veces sucede así. Hay personas que tienen su vida comprometida con Dios pero no logran alcanzar sus milagros, por el contrario hay algunas personas que sin estar muy cerca del Señor reciben su milagro inmediatamente. Esto sucede porque creer puede más que saber, pero la fe con conocimiento es más poderosa.

Fe para actuar

Hechos 3:16-17 relata: Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes.

Pedro hablaba de su propia fe y de cómo ésta era la llave para obrar milagros. Luego habló de la fe del cojo porque es necesario que ambos crean para recibir. Seguro Pedro también tuvo dudas frente a las personas que le veían pero las superó. En ese momento actuó en base a lo que sabía y creía. Esa es una gran lección para todos.

Las cuestiones de la fe son así, debes estar convencido y actuar creyendo en las promesas. Obra según te corresponde y deja que Dios haga su parte. Si nos piden orar por un enfermo, debemos hacerlo con la fe de tener la Palabra y la decisión de hacerlo. Sin importar si el milagro de sanidad se hace evidente, debes darle gloria a Dios. No temas ni te avergüences porque la obra es de Él. Si el Señor ya te dio la Palabra, créele y confía. Él necesita esa plataforma de confianza para bendecirte. Imita a Pedro que decidió actuar, toma de la mano al cojo y ordénale que camine, entonces el milagro se producirá.

Dios cumple lo que promete. La fe que produce milagros está basada en el conocimiento del Señor, tu carácter decidido y capacidad de actuar. Personalmente no quiero que me reprenda por haber desperdiciado todas Sus promesas. Quiero tomar la decisión sin miedo porque tengo la seguridad que de Su parte todo está listo para bendecirme.

Actúa, no esperes más. Tenemos al Espíritu Santo que nos llena de poder. La unción es más que sentirte gozoso por un momento. Ser lleno del Espíritu es dejar que realmente te transforme en una mejor persona. No desperdicies la unción y actúes como un pato que al salir de agua está tal como antes.

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